Heladería

Estaba vestida con una calza elastizada engomada de colo rojo. Tenía puestos unos tacos aguja de color negro y con el taco del zapato de color blanco.
Para completar mí prenda tenía un top blanco de manga corta, de elastizado de algodón el cual permitía ver los elasticos de mí corpiño rosa.
Mientras me subía mí calza con mí mando derecha para que no se me viera la bomacha anaranjada que se asomaba por arriba de mí prenda; mientras que con la izquierda sostenía mí helado de frambuesa con limón. Un hombre vestido con un jean y una remera de un equipo de fútbol me toma por la espalda y me mí pide que le de mí billetera.
Dejo caer el helado y con ambas manos tomo los huevos del ladrón. Con todas mís fuerzas y con mí dos manos en sus huevos los empiezo a estrujar como si estuviera exprimiendo dos limones. Al mismo instánte el compañero se queda mirándome e intenta apuntarme con su navaja pero es detenido por una patada instantanea que le ejecute en el medio de sus piernas. El golpe es tal que logro hundir con gran astucia y elegancia las punta derecha de mí zapato con taco aguja y punta filoza. Al sentir que la punta de mí zapato rebota con los huevo del sujeto de sexo masculino siento como si hubiera pinchado una pelota de ping pong. Mi zapato rebota contra las bolas. Sería como si los huevos del sujeto expulsaría la punta de mí zapato.
Mientras sostenía al primer sujeto de sus dos bolas veo como el segundo hombre salta de aquí para allá. Veo que le he pinchado un huevo. Al observar me parece que fue el izquierdo. Al hombre se le cae la navaja al suelo y mí amiga Amalia lo toma de las bolas.
Eso sí, ella al igual que yo, antes de estrujarle las bolas; decidio tirar al pizo su helado de dulce de leche granizado con crema de maní. Se nota que ella estaba más interesada en defenderme que saborear su helado. Debo confesar que es una gran amiga.
Ambas estabamos estrujando con nuestras dos manos los huevos de ambos hombres. O eso sí me olvidaba. Amalia estaba vestida con una pollera mini cortita de jean, unas medias blanca y una botas de color marrón. Para acompañar su prenda, ella decidio optar por una remerita de lycra escotada y un corpiño de color blanco. Ella tenía puesto unos lentes ya que no puede ver de lejos. Como también lo utiliza para poder trabajar tranquila con la computadora.
Luego una vez que los huevos quedaron comprimidos como dos panqueques. Decidimos hundirles nuestras rodillas en sus bolas.
Mientras los dos sujeto yacían en el pizo saboreando su dolor de bolas; nosotras estabamos arriba de sus bolas haciendo equilibro y saboreando nuestros helados. Ambas nos compramos un rico helado de frutilla con limón.
Yo creo que Amalia le costo más que a mí hacer equilibro ya que yo tenía unos tacos abujas y ella una botas de color marrón. Yo creo que mís zapatos me ayudaron mucho.